El labio y paladar hendidos son algo más que un problema estético; de hecho la ausencia de fusión del tejido embrionario se presenta en forma de hendidura entre la boca y la nariz. Esta malformación suele aparecer entre la 4ª y 7ª semana de embarazo y es tratada por diferentes especialistas.
Dicha anomalía del desarrollo se encuentra en la boca del bebé, en la pared superior de la cavidad oral y también puede afectar el paladar. La hendidura facial que normalmente debería cerrarse en las primeras semanas de embarazo no se ha fusionado correctamente, lo que da como resultado un defecto congénito en el rostro.
El recién nacido puede presentar labio hendido unilateral o bilateral (simétrico o asimétrico), y los grados de severidad son variables.
Podemos hablar de tres formas de afecciones:
El origen de las causas del labio y paladar hendido todavía es poco conocido. Las causas pueden ser debidas a factores hereditarios, pero en la mayoría de los casos el origen es polifactorial, incluidos factores ambientales y factores genéticos.
El diagnóstico se realiza durante el embarazo mediante ecografía o al nacer. El paladar hendido es más difícil de identificar en comparación con el labio hendido. Durante el diagnóstico se toman muestras para poder detectar otras posibles anomalías cromosómicas o incluso genéticas.
El apoyo comienza en el momento del diagnóstico y se extiende hasta el final del crecimiento. Son muchos los profesionales que pueden intervenir en la corrección de esta malformación: dentista, ortodoncista, cirujano plástico, otorrinolaringólogo…
La primera de estas cirugías se realiza durante los primeros meses de vida del niño con el fin de tener un crecimiento facial óptimo para que el niño no desarrolle otros problemas a medida que crece. Para el labio y paladar hendido son necesarias dos operaciones que se realizarán en dos tiempos. Estas intervenciones tienen una duración de una hora a dos horas, y siempre se llevan a cabo bajo anestesia general. Las técnicas quirúrgicas pueden variar de un centro a otro o según el cirujano.
El labio y el paladar blando se operarán alrededor del cuarto mes de edad del niño, dependiendo del bebé. Si es necesario operar el segundo lado del labio, será necesario hacerlo dos meses después de la primera operación. Finalmente para el paladar duro, los cirujanos intervendrán a partir del décimo segundo mes.
Tras esta intervención se le darán analgésicos al niño. Los primeros días de convalecencia son en el hospital, el bebé tendrá que permanecer allí unos días para estar en observación y poder tener una sesión con el osteópata que le ayudará a liberar la tensión muscular en la cara y el cuello. Durante los primeros días se alimentará al niño con una pipeta. Una semana después de la operación, se retirarán los puntos.
Los resultados son notables de inmediato, sin embargo se tardará 6 meses en apreciar el resultado final. Las cicatrices son visibles durante las primeras semanas y luego desaparecen gracias en particular a los masajes. Esta cirugía estética logra muy buenos resultados.