Mi nombre es Maria Rico Morant, soy una mujer trans de 26 años y hace tres años inicié mi transición hacia quien yo siempre he sido. Mi experiencia con el Doctor Enrique Salmerón González no puede ser mejor. Recuerdo que me llamó el 10 de agosto de 2020 para darme cita para el 14 de agosto de ese mismo año en el hospital universitario del Dr. Peset. La cita la tuve a las 09.30 y recuerdo que esa noche no pude dormir porque estaba nerviosa, muy nerviosa. Ese día iba a conocer la cara del equipo que me iba a devolver la vida, sí, la vida porque hasta entonces no había vivido. Recuerdo entrar a la consulta y estaba muy nerviosa pero me fui relajando según empecé a entablar conversación con él. El Dr. Salmerón me empezó a explicar de forma rigurosa las diferentes técnicas para la intervención de la vaginoplastia y me preguntó cuál era mi objetivo con ella. Entre los dos convenimos que sería la inversión peneana dado que había suficiente material para ello y era la que mejor se adaptaba a mis objetivos. Salí de la consulta feliz porque veía ya la luz al final del túnel y me fui muy tranquila porque sabía que estaba en las mejores manos. Si no hubiese sido por la pandemia y la saturación hospitalaria en noviembre de 2020 ya me habrían operado pero la intervención se demoró hasta el 13 de abril de 2021. Fueron ocho meses en los que debí ejercitar el músculo de la paciencia porque la situación así lo requería. Cuando me llamó para operarme un 2 de abril de 2021, viernes santo, recuerdo que me invadió la máxima de las alegrías. Fueron 12 horas de operación pero todo fue genial, la verdad. No sentí dolor alguno durante el postoperatorio ni durante las curas en casa una vez dada el alta hospitalaria. Podría ocupar los 18.000 caracteres describiendo de una forma muy minuciosa la experiencia tan extraordinaria que fue para mí. No puedo sino deshacerme en halagos y mostrar mi agradecimiento tanto a Enrique como a Elena y a todo el equipo del hospital. Es que no tengo queja alguna. Gracias, de verdad, gracias.